Ciclovida

viernes, abril 27, 2007


Einstein decía que Dios juega a los dados. A veces creo que conmigo juega al trompo. Mi vida en los últimos años se ha compuesto de lapsos de tiempo en que no me pasa absolutamente nada y cortas semanas donde se me acumulan sucesos, decisiones y acontecimientos varios.

Cuando estoy en lapsos agónicos de no hacer nada anhelo no tener tiempo libre para no pensar en nada, ahora me falta tiempo para hacer muchas cosas. Desperdicio minutos, horas, días para solo desearlas después. Y ahora, escribiendo estas letras, pienso en todo lo que aún me falta hacer hoy, mañana y la próxima semana.

Ha habido meses en que mi teléfono apenas suena. Y luego, no para de sonar mientras viajo en un bus por horas y tengo que solucionar diversos problemas y tomar un par de desiciones sin pensar mucho. ¿Por qué no se dará cierta gradualidad en este tipo de cosas? Un problema hoy, una decisión esta semana, una solución para la próxima. Pero no, todo junto , de sopetón. Pero luego vendrá días, semanas, meses, en que volveré a la desidia de una aburrida vida donde solo desearé tener muchas cosas que hacer.

Pero prefiero estar ocupado, el ocio me llena de ideas estúpidas e incoherentes, sueños ridículos y esperanzas vagas. Prefiero el estar ocupado, no pensar mucho los rumbos a tomar, solo tomarlos, lanzarme el piscinazo y salir empapado.
¿ Y si resulta el cuento? ¿y si pierdo ese miedo ? ¿ y si para la próxima entrada pienso en algo mas entretenido e interesante que esta maldita ciclovida?

A ese Vecino, Yo no lo Quiero

domingo, abril 15, 2007

A unas pocas cuadras de mi casa existe una antigua casona, de gruesos muros y altas ventanas. Pintada de blanco, entre la casona, los jardines y bodegas, ocupa casi una hectárea (10.000 m2). Unas grandes palmeras dan la bienvenida a una escalinata de baldosas albinegras, maderas talladas en el pasillo de la entrada, un amplio pasillo , con un techo altísimo, todo de madera, hacen alzar la vista. En el techo, un tragaluz de vidrios de colores. Huele a tiempos pasados, a tiempos antiguos, cuando esta casa ocupaba toda la cuadra, mucho, mucho antes de que yo naciera. Desconozco la historia de esta antigua casa. Estubo ocupada por un centro de ayuda a menores, y ahora por una universidad privada. Es parte del paisaje del barrio, una de las pocas casonas antiguas que han sobrevivido terremotos, abandono y desidia.

Pero un nuevo vecino se instala en el barrio, y llega echando abajo todo esto. Llega con gente, con máquinas, con dinero y con "progreso". La antigua casa dejará paso a una construcción sin espíritu, sin alma y sin historia : un Líder Vecino.

La tranquilidad del barrio será transtornada. De ser una calle tranquila, casi peatonal, pasará a estar llena de camiones, autos y gentes. De ser algo bello a la vista, será una mole blanca con letras azules, igual a otras moles de fierro blanco con letras azules que se esparcen por el país. La arcilla y la madera dejarán paso a los fierros y al plástico. La quietud del jardín, a la aridez de un estacionamiento.

No es que esté en contra de la competencia, ni del comercio, ni del aumento en las fuentes de trabajo. Pero es que ya existen 2 supermercados, y a solo algunos kilómetros de distancia, hipermercados y grandes tiendas. Todo para 40.000 habitantes. Y ya fue demolida una antigua casona estilo georgian para construir un Santa Isabel ¿será necesario seguir derribando parte de la historia para dar paso a más supermercados? ¿Será necesario terminar con la vida de un barrio para que la municipalidad gane varios millones y para que el Señor Ibañez tenga un supermercado más?

Cuando comenté esto , varias personas me dijieron ¿pero Álvaro, que puedes hacer tú?. Esa pregunta me ha quedado rondando por varios días ¿qué puedo hacer yo?, ¿mandar cartas a los diarios, organizar a los vecinos, armar protestas, patalear en mi blog?¿ poner una bomba? Lamentablemente, la gente del barrio parece ignorar lo que se viene, o puede creer que será una bendición, o les da lo mismo. A mi no me da lo mismo. No me opongo al progreso, pero creo que se puede compatibilizar armónicamente con el espíritu de la gente y con la vida de barrio. Al final , lo que está en juego no es un supermercado más o menos, sino en qué tipo de ciudades queremos vivir.

Y yo, a ese vecino, no lo quiero en el barrio.

( Unas fotos que encontré de la casa que quieren demoler, y del barrio que cambiará para siempre)


Quemando a Judas

viernes, abril 06, 2007

La niña parada en la esquina frente a la panadería lleva una taza plástica verde en su mano. Mira hacia todos los lados y espera fervientemente que la gente salga de sus compras panaderas. A su lado, un muñeco casi tan grande como ella, de trapo y con cabeza de pelota plástica , está sentado en una silla blanca mirando inexpresivamente a los transeúntes. Paro y meto mi mano al bolsillo, buscando algunas monedas. Recuerdo cuando niño nos peleábamos las mejores esquinas para pasear arriba de una carretilla un muñeco de trapo, ropas viejas y cara de pelota plástica al cual denominábamos "Judas", cantando sin cesar : "¡¡¡ Una monedita para el Judas ¡¡¡". Ese cántico ya casi no se escucha. La niña es demasiado pequeña para andar gritanto esas cosas. No debe saber que lo que ella hace es una tradición muy antigua, y que solo se realiza en algunas zonas de Chile. La niña debe saber que el día domingo el Judas cara-de-pelota es colgado y quemado, y sus monedas recogidas durante la semana, capturada por los niños. Pero no debe saber que los niños ambiciosos se lanzan sobre las monedas sin medir que éstas están calientes y que se quemarán las palmas.

Saco algunas monedas de mi bolsillo. La niña extiende su taza plástica verde.

- Juntas monedas para el Judas- le digo.
-Sips- me responde.
-Pero no tienes ninguna en tu taza.
-Nops

Le doy las monedas. Ella me regala una amplia sonrisa sin algunos dientes.

11 1/2

domingo, abril 01, 2007

Wes Anderson en sus películas nos dice que la edad ideal son los once años y medio. A los once años y medio yo era un niño flaco y pálido. A los once años y medio una tía del sur que siempre nos visitaba me veía y me gritaba eufóricamente ¡¡¡ Kevin, Kevin ¡¡¡ mientras apretaba mis mejillas pues, según ella , yo era exactamente igual a Kevin, el niño protagonista de la serie "Los Años Maravillosos". El mentado Kevin era un niño anglosajón que vivía en un pueblo de USA a finales de los 60s. En cambio yo era un niño chileno que vivía en un pequeño pueblo de Chile a finales de los 80s, o sea, poco y nada podría haber tenido en común con el personaje como para sentirme identificado. Sin embargo, no me perdía capítulo, y muchos de mis amigos tampoco se lo perdían, a pesar de que declarar en público esto podría llevar al ostracismo social con nefastas consecuancias. La serie en esa época era todo un suceso, transmitida por Canal 13 en horario estelar.

Para un niño de once años y medio lo mejor de la serie no eran las aventuras de Kevin Arnold (Fred Savage) o las de su amigo Paul Pfiffer ( Josh Saviano, quien, muchos años después, frente a un pelotón de cervezas, un amigo diría que era el mismísimo Marilyn Manson), sino que la atractiva vecina de Kevin, Winnie Cooper ( Danica McKellar). Winnie era una chica hermosa, despierta, madura. Era una niña recatada y seria pero al mismo tiempo uno intuía que en cualquier momento explotaría en una niña-mujer sensual destinada a conquistar el mundo. La vecina ideal para cualquier infante de once años y medio. Soñaba con salir de mi casa y encontrarme con una Winnie, pasear en bicicleta con ella y que fuera mi compañera de mis inocentes y limitadas avenuras infantiles, pero en mi barrio solo vivían personas mayores. Winnie debe haber sido la sex-symbol de toda una generación de pre-teens y fuente constante de fantasías de toda una generación de pedófilos.

Años han pasado desde que se terminó de emitir la serie. Ni siquiera recuerdo en que terminó, si finalmente Kevin y Winnie concretaban algún tórrido romance o algo así. De mi memoria sólo quedó de recuerdo la sonrisa de Winnie. Mi tía ya no apreta mis mejillas ni me grita Kevin cuando esporádicamente nos vemos. Hasta que en una tarde de ocio dominical veía sin observar el canal E¡ cuando ¡¡ oh sorpresa¡¡ aparece una tal Danica McKellar explicando a la teleaudencia su vida luego de Los Años Maravillosos. No, no es cierto el rumor de que se había convertido en porn star. Danica se retiró del espectáculo, estudió matemáticas en la universidad, donde es considerada un prodigio. Y vive feliz, lejos del espectáculo.

Sin embargo, para mi profunda alegría, encontré algunas fotos de Winnie, perdón, Danica, mostrando un maduro esplendor, en una sesión para la revista Maxim del 2005. Un antes y un después de la entrañable Winnie.

Gracias, Danica, ahora que sé tu verdadero nombre, por revolver mis primeras hormonas.