5.000 m2

jueves, septiembre 20, 2007

La sucursal del banco rojo es más lenta y calurosa que la del banco azul. La fila avanza lentamente y el hastío reflejado en mi rostro luego de media hora se ve aumentado debido a la música de Los Quincheros que tienen puesta a todo volumen, responsables ellos de generaciones de personas que odian todo lo que huela a folcklore. Sus insípidas e insufribles tonadas patronales me hacen doler la cabeza. Y pensar de que para mucha gente ese tipo de sonidos es su mayor aproximación de lo rural, o bien, ir a esas “fiestas de la chilenidad” que solo conozco por los noticieros pero que me parecen una mazamorra de elementos supuestamente chilenos pasados por la licuadora para que alguna gente tenga un pincelazo de lo que se vive fuera del radio urbano de la capital.

Es bipolar la relación que existe entre la capital y lo rural. Por una parte la vida rural se le idealiza y ensalza como solución mágica a los problemas comunes de las urbes, llenándose esa visión de elementos que harán más feliz la existencia. Por otra parte, la ruralidad es despreciada, vista como una realidad alejada, como si fuese otro país. Para muchos, el campo es vida pero los “hombrecitos” del campo son personas dignas de ser caricaturizadas y estafadas.

El día domingo me encuentro leyendo “El Mercurio” cuando me topo con un aviso a página completa de la parcelación cuya publicidad también se encuentra en el paradero fuera de mi casa. Decenas de parcelas de 5.000 m2 alrededor del embalse a varias UF el terreno. Poco a poco la comuna se ha ido poblando de estas “parcelas de agrado” lo que se puede apreciar fácilmente en la febril actividad de los supermercados los fines de semana con carritos llenos de carne y cerveza, y en estas fechas de septiembre donde se puebla de vehículos y se hacen tacos en lugares inverosímiles, todos disfrutando de las hermosas vistas, actividades y el clima de esta zona. Todos buscan su lugar donde relajarse y vivir “el campo”, aunque sea sólo por unas horas. Pero ellos se encierran en su pequeña parcela recreativa e ignoran lo que realmente se vive en el mundo rural, ese mundo de arduo trabajo lleno de luces y de profundas sombras también.

Porque la gente que habitará en un futuro cercano ese gran loteo donde actualmente solo hay pasto, árboles, matorrales y pájaros solo de dedicará a disfrutar su estancia sin relacionarse con las comunidades que habitan el lugar. Conocerán la parte amable, pero desconocerán las historias de sacrificio, de pobreza eterna y extrema, de explotación, marginalidad y alcoholismo. Se perderán las historias de ingenio, de superación, de tradiciones centenarias, de vida comunitaria, de fuertes lazos familiares y del disfrute de cosas sencillas.

¿Se imaginarán estos nuevos habitantes de fin de semana que el nombre de la comuna proviene de la leyenda del brujo que fue capaz de transformar una montaña de oro en granito? ¿Se darán la molestia de saber que antiguamente todo era un inmenso fundo, que los primeros eucaliptus fueron plantados a las faldas del cerro, que ésta fue la primera ciudad planificada paisajísticamente en Chile? ¿Se les pasará por la mente que a solo un par de kilómetros hay viejos a los que se les trata con sumo respeto debido a su condición de “tue-tué”? O que a la Virgen se le corta el pelo todos los años por que le “crece”, o que el Niño Dios de Las Palmas sale a caminar por las noches y es por esa razón que todos los años se le tiene que confeccionar zapatos nuevos a la imagen de yeso. O que Pelumpén se llama así por las extrañas luces que surcan sus cielos desde épocas inmemorables y que uno si camina por polvorientos caminos puede encontrarse con cofradías de “chinos” cantando versos a las animitas, o con animales y plantas hermosas y únicas. Nada de eso sabrán.

Y no lo sabrán porque no les interesa, porque no vendrán a integrarse a la comunidad ni a ser parte de la historia. Solo vendrán a disfrutar del aire, de su piscina y su verde pasto, y nada fuera de su cerco de pitósporos le llamará la atención mayormente. Espero que contribuyan a la economía local y no pase lo que sucede en el Cerro Alegre de Valparaíso. Espero que alguno se interese por el lugar donde descansa o donde celebre sus festividades, donde tiene puesto sus sueños de un buen lugar donde vivir, aunque sea unos fines de semana al año. Pero creo que la mayoría sólo quiere disfrutar de sus 5.000 m2 de falso paraíso.

Me mataron la Música

domingo, septiembre 09, 2007

Primero me extrañó, luego me preocupó, posteriormente me aburrió y terminé enfadado. Descargaba el enfado mientras aceleraba hacia el puerto principal, ya no se puede escuchar nada de nada decía , lo único que en el plano dial me agradabla había mutado en algo completamente aburrido, sin una pizca de alma ni de espíritu juguetón. Un conglomerado radial compra, cambia la estructura y me deja sin radio. Menos mal que acelero y acelero para llegar con tiempo al aula magna de la Universidad de Valparaíso, para escuchar y ver a Nouvelle Vague y reconfortar la vista y los oídos luego de esta complicada, musicalmente hablando, semana.

Y discutía con mi amigo quien luego de comprar su entrada se ganó una gratis, lo que provocó mi presencia dado cierta estrechez económica que menguó mi entusiasmo inicial. Una suplantación de identidad y ya estaba sentado mientras mi amigo hacía la cola para entrar. Primero un dúo cuyo nombre no retuve pero si recuerdo la buena voz de la vocalista y su graciosa timidez frente al público. Luego el plato fuerte, los franceses con sus instrumentos y sus covers en clave bossa-lounge todo muy vintage.Las dos vocalistas guapas y talentosas, un poco de rebote de sonido al principio pero con interpretaciones de calidad subsanadas. Me gustó la mas baja, tenía cara de reirse en la fila.

Un agrado hasta el final, luego sus chelas al Irlandés donde un grupo joven de música celta amenizaba el inicio de la noche porteña y la gente ya se empezaba a congregar frente a los locales. Preferimos no alargar la noche y devolvernos a nuestros respectivos hogares. La semana en que la única radio que me gustaba mutaba a algo 100% adulto fome y escucho a Nouvelle Vague, que paradoja. Ya no se escuchará ni el Club Radical ni el Catálogo ni me reiré de las sandeces de Lasalvia que se asemejan peligrosamente a las mías, ni Super 45 para descubrir nuevos sonidos ni nada de lo ecléctico que me gustaba. Ahora, solo memoria restringida a olvidables y superfluas melodías ocheteras con menos espíritu que el bip bip de un microondas. ¿Opciones?, Horizonte puede ser, pero no es lo mismo, no puedo aún sentirme a gusto. ¿Zero?, nones, tampoco me satisface. Prefiero no imaginar el tener que ser acompañado de Zabaleta, de esa insoportable cuica de la Subercaseux o al idiota del Cote Evans que cree que el mundo se reduce a Chicureo y La Dehesa. Ése es un mundo demasiado restringido,mamón y aburrido.

Obligado entonces a buscar alguna radio gringa online, a seguir bajando y matando la música. Por que los sonidos que sí me gustaban en el dial, ya me los mataron.

Armando Carpa

domingo, septiembre 02, 2007


La foto se deslizó suavemente hasta tocar el piso, mostrándome una ventana a una época indeterminada del pasado. Qué hacía esa foto entre medio de añosas y amarillentas fotocopias universitarias es una incógnita. En la imagen, dos personas que en la actualidad acumulan kilos o pierden pelo de sus cabezas están arreglando una carpa y cocinando algo indeterminado, seguramente huevos con chorizo de desayuno, actividad desarrollada en algún momento de inicios de los noventas. ¿Hace cuanto que no salgo de campamento? Un poco más allá, mi mochila de campamento me mira solitaria mientras acumula polvo.

Habrá sido el 2000 la última vez, allá por Puerto Montt, que dormí en una carpa metido dentro de un saco de dormir, y sufriendo las inclemencias pertinentes. Murphy aplicando todo el rigor de su ley. Luego de eso colgué mis implementos y no volví a salir a la aventura de un campamento, aburrido ya de los deberes que trae el usar un pañolín de colores y ser responsable de un grupo de adolescentes (siendo yo uno también). ¿Que te pasó Alvaro, te aburguesaste?

Me topo con otra foto, año 1992, yo un muchacho pálido y flaco en medio de un verdísimo bosque a los pies del cerro Caqui Chico. Me pregunto si ese bosque estará aún en pie. Salía varias veces al año, por scouts, por el colegio, con amigos......muchos me recriminaban estas salidas ¡¡¡como te vas a perder un carrete por salir de campamento ¡¡¡¡ Yo mismo me lo preguntaba siendo que a veces ni tan bien la pasaba, caminando kilómetros, comiendo porquerías ( y a veces verdaderos manjares que solo en esos momentos pueden descubrirse). Pero también estaban las anécdotas, la aventura, el compañerismo y una vida en comunidad que no he vuelto a vivir, un aprendizaje colectivo y una maduración en base a errores, fracasos e inmensas alegrías.

A pesar de constituir un grupo iconoclasta poco amante de himnos, uniformes y otras cosas, nuestro compromiso era a toda prueba, nuestra energía desbordante y nuestros chistes y bromas sinceramente pesados, por no decir desagradables. Pero disfrutabamos de cosas simples, de caminatas bajo las estrellas, de armar con un par de palos y sogas mesas y alacenas, de bañarse desnudo en un riachuelo coordillerano y andar una semana con la misma ropa.

Me veo en la coordillera cerca de las Termas del Flaco, en Iloca, en el Parque Alerce Andino, en Quebrada Alvarado y en el Jamboree Mundial. Me veo con una pesada mochila en mi espalda caminando kilómetros al sol. Me veo en medio de bosques poniendo los vientos de la carpa ( no siempre existieron las iglú). Y ahora no me veo durmiendo con una piedra en mi espalda.

A todo esto, ¿donde están mis sacos de dormir?.