Lo que le voy a contar Álvaro es verdad, en serio, si me lo contó mi taita, él conoció al cristiano ese, cuando vivíamos en Panquehue y mi mami estaba sana aún, antes que se enfermara la pobrecita. ¿Ha visto esos eucaliptus que están en hilera donde están los Manantiales? Si, esos mismitos que dice usté, yo los planté con mi taita cuando era chico, hace hartos años ya. Mi taita le trabajaba a los Ibáñez en esa época, y el viejo, el abuelo de los Ibáñez de ahora, le había regalado un terreno pa construir una casita, pero con la enfermedad de mi mami tuvimos que venderla. Había un viejo que trabajaba con mi taita, era un viejo re huraño y flojazo dicen todos. A este viejo siempre lo mandaban a unos potreros que quedaban medio lejos de la entrada al fundo, a regar pa´ preparar la tierra pa´ sembrar morocho en la primavera que se dan tan rebuenos ahí, ahora ya no siembran morocho, puros paltos nomás.
El viejo estaba terminando de regar el potrero y ya no quedaba nadie en el campo, era medio tarde ya y se estaba oscureciendo cuando va a buscar una pala y ve un niño caminando. Sipo, si era cuando se regaba con pala, ná que gotero, a pura pala los potreros. Chuta, el viejo se asustó, si no había en esa época ni una casa cerca Álvaro, menos niños viviendo por ahí. El viejo afina la vista y ve que el niño lleva una custión bajo el brazo, como una cajita. Chuta, el niño hace un montoncito de tierra y con cuidado coloca la cajita arriba. El viejo estaba recachúo y se acercó a mirar con la pala al hombro cuando de repente ¡¡pum ¡¡ el niño desaparece…..no me mire así Álvaro, si es verdad, dicen que el niño se hizo humo. Este viejo era recurioso así que fue a ver qué diablos había en la cajita. Luego se fue pa´ la casa caminando. Al otro día no fue a trabajar. A la semana siguiente se vino a vivir a San Felipe, trajo a toda su familia pa´ acá, fíjese. Se compró una casa ¿de aonde iba a sacar plata ese viejo si andaba a pata pelá por el campo po Álvaro?, se compró esa casa que está frente al banco, al lado de la plaza, esa misma fíjese. Mandó a los hijos a estudiar a la universidad, se compró camiones, tenía un Mercedes, ¡¡cuando se había visto antes eso acá ¡¡¡¡ así, de un día para otro Álvaro, si le digo que el viejo andaba a pata pelá y con suerte sabía leer, en serio.
El viejo se hizo refamoso acá, si era buena tela y a veces se caía al trago y era muy rechistoso, se ponía a chupar ahí en La Carreta y le ponía bueno el viejo, los mejores vinos nomás, tremendos asados, se rajaba el viejo. Tenía no sé cuantas casas el viejo acá. Pero sabe Álvaro, no todo dura pa´ siempre, si eso me decía mi taita. Pasaron diez años , diez años, y al viejo se le muere el hijo en moto, la señora se le enferma de cáncer y al mes muere, la hija que vivía en Estados Unidos y que se había casado bien con un médico de Santiago se separa y queda sin ni uno, fíjese. Lo estafan Álvaro, lo estafan y pierde los camiones, las casas………., estaba más cagao que palo e´gallinero iñor.Al final el viejo terminó más pobre de lo que empezó, se tuvo que ir a trabajar al campo de nuevo pero el viejo pasaba llegando curao y lo echaban de todas las pegas, se cayó al litro el cristiano, al final el viejo se murió más pobre que la cresta, solo y pobre como rata. Pero sabe qué Alvaro, dicen que el viejo nunca se desprendió de una cajita de madera, siempre la tenía y la cuidaba, la miraba y la miraba. Este viejo no devolvió la plata po´ Álvaro, si debía habérsela devuelto al duende pa´ seguir con la riqueza que tenía, si ése fue un préstamo del duende nomás, el duende le deja a uno la cajita con monedas de oro y con eso hay que hacer fortuna, pero luego hay que devolvérsela en la mismita cajita la plata que se le prestó después de diez años o si no el duende se la cobra de otra forma, y mire como al viejo este le cobró la deuda. No me mire así Álvaro, no me ponga esas caras iñor, si lo que le cuento es la verdad. Es la pura y santa verdad.