Ése día se me ocurrió, por un instante, realizar una secuencia fotográfica de lo que estaba presenciando y luego publicarlo en este medio. Se titularía "como matar un chancho" y mostraría, paso a paso, el procedimiento descrito en el título, para que cualquiera en sus hogares pudiese hacerlo sin mayores problemas. Inmediatamente imaginé un sinnúmero de comentarios llegados a este humilde blog donde los términos "sádico", "cruel" o "inhumano" se repetirían largamente hasta el infinito. Opté, por lo tanto, en guardar mi camarita amiga y solo presenciar la operación que Eduardo y su buen amigo Juan realizarían esa fría mañana.
Me encontraba en Colliguay, un valle realmente escondido entre las montañas, no muy conocido y un tanto aislado, con mucho bosque nativo, campesinos trabajando en forma tradicional y con actividades como la producción de miel y los telares. Mi amigo Gonzalo, dueño de la parcela, quería desacerse de sus porcinos y eso fue el motivo de la venta y posterior sacrificio de sus animales, y coincidió con mi visita a esos alejados lares.
Al ver a Eduardo amarrar al animal con una tranquilidad abismante y esbozar una sonrisa al ir a buscar el cuchillo destinado a atravesar el corazón del cerdo, recordé a mi amiga Maca, vegetariana y mística, y me la imaginé reprochándome por no salvar al animal o por no darle un trato ético, palabra tan de moda por estos tiempos. Los gritos del animal retumbaban en los cerros ¿ algunos de Uds ha presenciado algo similar? Yo la primera vez que lo ví tendría unos 8 años, estaba de vacaciones en Chiloé y me llevaron a ver como mataban a unos chanchos, aceptando yo de buena gana. Al sentir los gritos un viejo me dijo "los animales saben cuando los van a matar", cosa que parece ser cierto al escuchar los desgarradores gritos de desesperación cuando son conducidos a la muerte.
Me preguntaba, mientras miraba las nubes pasar por los cerros, que este hecho que puede ser repugnante, sucede miles de veces todos los días y uno no se lo cuestiona. De hecho, mucha gente no se pregunta de donde sale esa chuleta, ese bistec, esa hamburguesa. ¿de que animal vino? ¿como fue criado? ¿como se alimentó? ¿ fue feliz?
Tenemos una relación extraña con los animales: o los amamos como mascotas, o les tememos o nos dan asco, o los ocupamos como objetos a nuestro servicio sin cuestionarnos mucho. A algunos los humanizamos al extremo, haciéndoles casas, poniendoles nombres y hasta darles tratamiento sicológico; reprochandoles cuando realizan alguna actividad "no humana" como defecar donde no se debe o meter ruido en las noches. Otros solo queremos eliminarlos, o los ignoramos por completo, especialmente si estos animalitos no pueden transformarse en tiernos peluches. Y cuando nos vestimos o nos alimentamos con ellos ¿recordamos cuando estaban vivos? Sin ser vegetariano, creo que es importante no olvidarnos de que esa chuleta fue un ser vivo, que para disfrutar esa leche una vaca tuvo que ser preñada, que ese pollo vivió confinado en una jaula minúscula y que las vienesas llevan cualquier cosa menos carne. Hay que volver a tener una unión con los elementos que tomamos prestados de la naturaleza y que utilizamos a diario. Por que la carne proviene de un ser vivo y la leche no viene naturalmente con sabor a chocolate. Por que los animales gritan al matarlos ( perdón, al beneficiarlos), y mean y cagan y el olor de las tripas no es de los mejores.
El animal ya está pelado y el cuchillo nuevamente entra en escena para abrirlo y destriparlo. Caen algunas gotas de lluvia ( la sangre ya ha sido derramada sobre una carretilla), mejor entro a tomar una copa de vino y conversar de negocios.
Para que vean que tan tan sádico no soy, les dejo estas fotosde Colliguay tomadas hace algún tiempo ya.
Me encontraba en Colliguay, un valle realmente escondido entre las montañas, no muy conocido y un tanto aislado, con mucho bosque nativo, campesinos trabajando en forma tradicional y con actividades como la producción de miel y los telares. Mi amigo Gonzalo, dueño de la parcela, quería desacerse de sus porcinos y eso fue el motivo de la venta y posterior sacrificio de sus animales, y coincidió con mi visita a esos alejados lares.
Al ver a Eduardo amarrar al animal con una tranquilidad abismante y esbozar una sonrisa al ir a buscar el cuchillo destinado a atravesar el corazón del cerdo, recordé a mi amiga Maca, vegetariana y mística, y me la imaginé reprochándome por no salvar al animal o por no darle un trato ético, palabra tan de moda por estos tiempos. Los gritos del animal retumbaban en los cerros ¿ algunos de Uds ha presenciado algo similar? Yo la primera vez que lo ví tendría unos 8 años, estaba de vacaciones en Chiloé y me llevaron a ver como mataban a unos chanchos, aceptando yo de buena gana. Al sentir los gritos un viejo me dijo "los animales saben cuando los van a matar", cosa que parece ser cierto al escuchar los desgarradores gritos de desesperación cuando son conducidos a la muerte.
Me preguntaba, mientras miraba las nubes pasar por los cerros, que este hecho que puede ser repugnante, sucede miles de veces todos los días y uno no se lo cuestiona. De hecho, mucha gente no se pregunta de donde sale esa chuleta, ese bistec, esa hamburguesa. ¿de que animal vino? ¿como fue criado? ¿como se alimentó? ¿ fue feliz?
Tenemos una relación extraña con los animales: o los amamos como mascotas, o les tememos o nos dan asco, o los ocupamos como objetos a nuestro servicio sin cuestionarnos mucho. A algunos los humanizamos al extremo, haciéndoles casas, poniendoles nombres y hasta darles tratamiento sicológico; reprochandoles cuando realizan alguna actividad "no humana" como defecar donde no se debe o meter ruido en las noches. Otros solo queremos eliminarlos, o los ignoramos por completo, especialmente si estos animalitos no pueden transformarse en tiernos peluches. Y cuando nos vestimos o nos alimentamos con ellos ¿recordamos cuando estaban vivos? Sin ser vegetariano, creo que es importante no olvidarnos de que esa chuleta fue un ser vivo, que para disfrutar esa leche una vaca tuvo que ser preñada, que ese pollo vivió confinado en una jaula minúscula y que las vienesas llevan cualquier cosa menos carne. Hay que volver a tener una unión con los elementos que tomamos prestados de la naturaleza y que utilizamos a diario. Por que la carne proviene de un ser vivo y la leche no viene naturalmente con sabor a chocolate. Por que los animales gritan al matarlos ( perdón, al beneficiarlos), y mean y cagan y el olor de las tripas no es de los mejores.
El animal ya está pelado y el cuchillo nuevamente entra en escena para abrirlo y destriparlo. Caen algunas gotas de lluvia ( la sangre ya ha sido derramada sobre una carretilla), mejor entro a tomar una copa de vino y conversar de negocios.
Para que vean que tan tan sádico no soy, les dejo estas fotosde Colliguay tomadas hace algún tiempo ya.

